Roy y Frank son dos estafadores de poca monta. La vida de Roy es más bien problemática: padece agorafobia, es un maníaco compulsivo y carece de relaciones personales; a veces, no tiene más remedio que visitar a un psicoanalista (Bruce Altman) .
Se dedican a vender artilugios para filtrar el agua. Los compradores están dispuestos a pagar diez veces lo que valen para conseguir falsos premios (coches, joyas, vacaciones en el extranjero) que nunca reciben.. Gracias a la terapia que sigue, se entera de que tiene una hija adolescente (Lohman), cosa que nunca había querido confirmar; pero resulta que ella quiere conocerlo. Al principio, la aparición de la chica perturba la ordenada rutina de su neurótico padre, pero poco a poco, Roy empieza a disfrutar de una relación que nunca había soñado tener.