Cuando existe “dolor emocional”, en forma de emociones negativas intensas como: depresión, miedo, pánico, cólera, desesperanza…

Cuando se ve afectada una o varias áreas de tu vida: relación con pareja/familia, diversiones, trabajo, descanso, alimentación, proyectos, calidad de vida, salud…

Cuando una persona significativa en tu vida (familiar, amigo) se ve afectada por el problema y/o apunta la necesidad de buscar solución.

Cuando otros especialistas (médicos, abogados…) nos aconsejan la necesidad de buscar tratamiento psicológico.

Cuando después de seguir un tratamiento psicofarmacológico, los resultados no son todo lo satisfactorios que deseas.

Con sólo una de estas razones puedes decidir acudir al psicólogo. El/ella evaluará si efectivamente puede ayudarte.