Desde hace cientos de años, el ser humano ha buscado relacionarse con los demás como forma de asegurarse su supervivencia. La mayoría de estos contactos, además de satisfacer necesidades económicas, políticas o sexuales tenían otro fin más psicológico: buscar apoyo y consejo en otras personas, así como compartir intereses y aficiones.

Por desgracia, no siempre resulta sencillo mantener una relación adecuada con otra persona, siendo la falta de habilidades sociales o la ansiedad para desarrollarlas las principales causas de esta dificultad.

En muchas ocasiones nos encontramos con personas con dificultades para relacionarse con los demás, que manifiestan ser tímidas, sentirse solas o encontrarse incómodas en situaciones sociales.

Entre las dificultades más usuales para relacionarse con los demás podemos encontrar:

– Varios trastornos psicopatológicos que presentan entre sus síntomas la reducción del número y calidad de las relaciones interpersonales de la persona.
– Algunos trastornos presentan como síntoma principal el deterioro en el área de las relaciones sociales: la fobia social y el trastorno de – personalidad por evitación. En ambos subyace un sustrato de miedo al intercambio social.
– El paciente puede presentar un déficit importante de lo que denominamos “habilidades sociales” o “habilidades de relación interpersonal”, sin que necesariamente deba ser etiquetado con ninguna psicopatología.

El miedo a hablar en público en la mayoría de los estudios, aparece como el miedo más extendido entre la población, y lo presenta casi un 50 por ciento de la población general. Tener este problema, no nos convierte en neuróticos, ni en ansiosos, ni en nada parecido.

Los problemas de relación social abarcan dificultades en:

Expresión de sentimientos: hay personas que encuentran dificultad en expresar lo que sienten a las personas que les rodean. No son capaces de manifestar amor, cariño, ni de alabar al otro, o les es difícil comunicar sus sentimientos negativos de tristeza, enfado, decepción.

Mantener opiniones. A veces, lo difícil es expresar o mantener una determinada postura ante los demás

Peticiones. Aquí, la complicación estriba en que no se sabe hacer peticiones: pedir un favor, pedir un cambio de conducta en el otro/a, pedir un aumento de sueldo, un cambio de turno, etc. Pero también puede resultar difícil rechazar peticiones, decir NO. Y así, uno/a se encuentra a sí mismo/a dejando el coche sin desearlo, pasando un trabajo a máquina que no es suyo, acompañando a una persona con la que no se quiere estar.

Aceptar y/o realizar y críticas: en ocasiones donde se presentan dificultades es a la hora de decirle a alguien que algo no nos gusta, no nos parece bien y también a la hora de que nos digan a nosotros algo que no agrada a otras personas de nuestro comportamiento.

Otras habilidades sociales: iniciar y mantener conversaciones intrascendentes, superar con éxito una entrevista de trabajo, ligar, hablar en público… y cualquiera que implique relación con otras personas.

Todos podemos aprender a mejorar nuestra capacidad para relacionarnos con los demás. Las librerías están llenas de libros de autoayuda orientados a este tipo de metas de éxito interpersonal; pero este tipo de libros no siempre son útiles. Es claro que las personas con más éxito social o que se saben manejar menor en ámbitos interpersonales, gozan de un mayor prestigio, son más reconocidas, tienen mejores trabajos, más amigos, etc. Todos podemos mejorar nuestras habilidades sociales. Se trata únicamente de poner manos a la obra y realizar los cambios necesarios.

El énfasis se establece en la necesidad de aprender a ser más asertivo. La conducta asertiva implica la expresión directa de los propios sentimientos, necesidades, derechos legítimos u opiniones sin amenazar o castigar a los demás y sin violar los derechos de esas personas.

Además de la necesidad de atajar los miedos y/o las creencias irracionales que el paciente exteriorice en relación con el área de las relaciones sociales se hace preciso realizar un entrenamiento en habilidades sociales específico, interviniendo fundamentalmente en aquellas en las cuales presente déficit, mediante el aprendizaje de una serie de técnicas hasta que se consigue una ejecución realmente eficaz.

Lo que en un principio se realiza casi de forma artificial con la práctica el paciente va integrando las habilidades en su vida cotidiana hasta llegar a sentirse cómodo absolutamente al utilizarlas, reduciendo los problemas psicológicos como consecuencia de no verse capaz de ser lo suficientemente hábil en el pasado.